
En todo caso, en su columna de La Primera ha publicado hoy un texto titulado Trotskistas hoy. En él comenta lo que él llama la estrategia trotskista, que es ponerse terco con la obtención de una serie de principios que se sabe son inalcanzables. No con la misión de efectivamente alcanzarlos o por idealista, sino para boicotear y sabotear un proyecto. Y que estos que llamados trotskistas modernos no son locos, sino más bien hábiles manipuladores que hacen uso de una serie de temores y paranoias para paralizar iniciativas o para reorientar esfuerzos hacia donde se sabe que no habrá resultados.
Es difícil explicar cómo es que hubo gente de buena fe que creyó en Posadas y cómo es que este farsante apocalíptico pudo fundar la llamada “Cuarta Internacional Posadista”, una de las tantas máscaras pomposas que el divisionismo trotskista produjo. Lo cierto es que quienes supusieron que Posadas era un loco se equivocaron. Era, más bien, un talentoso vividor que exprimió la vida de muchos y exigió lealtad hacia unas ideas que jamás asumió.Y sí, pues. Siempre hay gente carente de criterio lista para seguir a esta clase de gente y hacernos perder el tiempo a todos.
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