miércoles, 16 de julio de 2008

Lo que Batman tiene que decir sobre lo que inspiramos en las personas

Hoy tuve la suerte de ver en avance la nueva película The Dark Knight, de Christopher Nolan. A diferencia de las películas anteriores acerca del personaje Batman, ésta es tremendamente profunda y se centra en un enfrentamiento ideológico entre los personajes principales.

Buena parte de la película gira alrededor de la importancia de contar con personas puras a las que el público quiera seguir o que inspiren a la gente. Cuando en la primera película, Batman Begins, Bruce Wayne se comenzó a disfrazar de hombre murciélago en las noches, lo hizo para inspirar temor en los criminales. Ahora cuestiona si hizo lo correcto, pues está inspirando en ciudadanos comunes la intención de hacer justicia por sus manos. Por otro lado, en Ciudad Gótica ha aparecido un héroe que es mucho más popular que él: el fiscal Harvey Dent, al que algunos se refieren como el Caballero Blanco (poniéndolo al otro lado de la escala de Batman, al que se refieren como el Caballero Oscuro, por eso el título de la película).

Harvey Dent es otro tipo de héroe. Batman lo reconoce como el que debe continuar su misión de hacer de Ciudad Gótica un lugar más seguro, pero con otros métodos e inspirando a la gente de otra manera. Es más, en ese sentido, Bruce Wayne comienza a pensar que su misión ha terminado y que la responsabilidad es de otros ahora. Harvey Dent es incorruptible y un idealista. No solamente eso, sino que además no se deja intimidar. Y encima es terriblemente hábil en las argucias legales necesarias para capturar mafiosos y encarcelarlos, algo que los fiscales anteriores no habían podido hacer.

Pero ahí no acaba el desfile. A lo largo de la película podemos ver otros personajes que desde sus áreas aportan en la lucha contra la Mafia Organizada y contra el nuevo psicópata que ha aparecido en la ciudad y desea destruirlo todo, el Joker. Este demente se describe a sí mismo como un agente del caos, de lo cual está orgulloso. El Joker se divierte con elaborados planes pensados para demostrarle a la gente que no son tan buenos como creen. Y de hecho, en muchos casos lo logra. Pero no siempre. Y ahí reside el mensaje de la película, el cual queda mucho más claro al final, con la voz en off que cierra el film.

Ahí tenemos al detective de la policía James Gordon, de inquebrantables principios morales a pesar de que es parte de un cuerpo de policía que lo traiciona constantemente y lleno de agentes corruptos. También tenemos a Rachel Dewes, asistente de Harvey Dent, que a segundos de su inminente muerte no tiene miedo de inspirar valor en el fiscal. Tambien Lucius Fox, el contador de Bruce Wayne y fabricante de los juguetes que le permiten a Batman ser tan efectivo. Cuando Bruce Wayne le presenta la oportunidad de eliminar el crimen definitivamente de la ciudad a costa de violar la privacidad de las personas, Fox deja en claro que eso es inmoral y que el fin no justifica los medios, recordándole a Batman cuáles son los límites de lo que hace.

Todos ellos han sido inspirados de alguna manera por Batman o por Harvey Dent. Y por eso el primer punto en la agenda del Joker es eliminar a estos dos. Y es que es así de importante tener gente que nos inspire. Que represente los ideales que queremos seguir y que los viva. Y que no tenga miedo de recordar que el fin no justifica los medios.

¿En la ASP tenemos eso? ¿Lo promovemos? ¿O es más importante hacer lo necesario para acceder al puesto inmediatamente superior al que se tiene, que esto ya no importa? La película de Christopher Nolan me dejó pensando en esto y en otras muchas cosas (de hecho, las escenas de acción son pocas en comparación al tiempo que los personajes se pasan discutiendo). Si una persona me dijera que le traiga a un representante puro e inmaculado del escultismo peruano para una entrevista o para algo similar, ¿llevaría a algún miembro de la jefatura nacional? Por lo menos a mí los únicos nombres que se me ocurren son dirigentes del día a día, de aquellos que precisamente tenemos que sufrir las consecuencias nefastas de las pésimas decisiones que se toman en los altos niveles de la ASP, sin consultar con las bases.

Lo que sí les sobran son payasos. O por lo menos, gente que a mí me hace reír con sus pintorescas ocurrencias institucionales. Y que además son agentes del caos. Claro que en el caso del Joker, es su intención generar caos y lo hace de manera genial, con un plan pensado para eso. En el caso de la ASP es casi siempre consecuencia no deseada de una propuesta creada para cualquier objetivo ajeno a lo que se obtiene.

Actualización (10:15 am): Acabo de recibir un par de mensajes de protesta defendiendo casos puntuales de representantes de la jefatura nacional que podrían ser considerados ejemplos a seguir. Y si bien se podría aceptar que se trata de personas incuestionables, lo cierto es que, como bien lo dice Fernando Cilloniz, por cada diez peruanos chéveres que trabajan por su país, hay un imbécil que lo echa todo a perder. Y ese un idiota es suficiente para arruinarlo todo. Por eso es importante cerrarle el paso.

Por otro lado, hay que pensar seriamente sobre la naturaleza del error. Digo, el error como concepto. Errar es humano y eso es indiscutible. Pero a la hora de enfrentar el error es que se evidencia qué tan grande persona se es. Como me dijeron una vez en una lista de interés, cuando eso aún se usaba, "errar es humano, pero reiterar en el error es de idiotas". Aceptar que se ha errado no sirve de nada si no viene acompañado de acciones que busquen corregir ese error. En ese sentido, ME VALE que me vengan a hacer recordar que tal o cual persona ya aceptó su error, si sigue apoyando malas políticas y malas prácticas. Eso no evidencia humildad, por el contrario, evidencia hipocresía.

Pero de que hay casos puntuales en la jefatura nacional que son personas dignas, sí, supongo que sí.

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