viernes, 13 de junio de 2014

DEJAD QUE LOS NIÑOS...

Pensar que tanto nos complicamos la vida y es tan simple vivirla. Si usted duda de lo que digo, sencillamente observe con atención a un niño y obtendrá muchas sabias respuestas. No hay cosa más bella que disfrutar de sus risas, juegos y caricias. En ese pequeño mundo no hay prisas ni angustias. Están libres de envidias o apegos. 

El Padre Celestial, en uno de sus mensajes divinos dijo: “Dejad que los niños vengan a mí.” Y al reflexionar lo expresado, lo asumo como propio, para que el niño venga a habitar en mi interior y sea parte de mi vida, motivándome a vivir con esa sana actitud, que hará de mi existencia una jornada de feliz convivencia. 

Haciendo un pequeño balance de todos estos años vividos, puedo reafirmar lo expresado en las primeras líneas: no ha sido tan difícil vivir. Es cuestión de no tomarse tan en serio. No darse mucha importancia, y disfrutar de los momentos, con la alegría propia de los niños. Reír para compartir ese regocijo, porque las tristezas son solitarias. 

Al niño que habita en nuestro interior, debemos procurar darle momentos que le permitan vivir sano, feliz y libre. Son condiciones necesarias para hacer de nuestra existencia algo realmente placentero. Los niños nacen para ser felices y ese estado de gozo, debemos procurar que se prolongue. No tiene sentido el día a día con enfados, griteríos, insultos y todo ese montón de sufrimientos que más bien debemos evitar. Cuando tenemos esa sensibilidad para observar al niño, a la niña, a los niños y poner en práctica su mundo tan personal y desenfadado, logramos que su dicha contagiante nos inspire. Al recordar en junio el Día del Niño, es preciso enfatizar en la enorme responsabilidad que tenemos de fortalecer su crianza en valores. La educación en el hogar es vital. Los cinco primeros años son fundamentales para el futuro intelectual, emocional y físico de los pequeños. La escuela constituye la base indispensable de su formación. Es allí donde se inicia el despertar de su creatividad que requiere de esos estímulos tempranos. Además, lo avanzado de la tecnología actual, incidirá de manera extraordinaria en su enseñanza futura. 

Sin embargo, una gran preocupación, son los múltiples pasatiempos superficiales que puedan afectar la concentración de los niños, como los innumerables juegos electrónicos que, al convertirse en adictivos, tienen nefastas consecuencias para su salud, carácter y conducta. Hago votos para que, en este breve  trayecto terrenal, donde sólo estamos de paso, el futuro de los niños sea pleno de venturas.

Tomado de Logros y Metas Nº 636

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