Estaba leyendo el listado que Time saca anualmente acerca de los mejores avances tecnológicos e inventos del último año, The best inventions of the year 2008. Ahí uno puede ver cómo el mundo está dando pasos agigantados para solucionar problemas serios. Como por ejemplo, el cemento que procesa el smog, que se perfila como una de las grandes soluciones a un problema ambiental bastante urgente.
Ahí el primer comentario es que pucha, cómo se avanza cuando uno no se queda atascado en discusiones ya superadas. Mientras hay todavía gente anacrónica que está tratando de evitar el avance del Internet en la distribución de programas de televisión o de radio, un grupo de empresas en Estados Unidos ya lo capitalizaó hace rato con hulu.com. Mientras tanto, los que aún discuten cómo evitar que sus programas sean transmitidos en Internet perdieron la oportunidad de aprovecharse de la corriente.
Lo mismo pasa con nuestro queridísimo movimiento. Mientras asociaciones educativas están saliéndose con formas innovativas de incorporar tendencias modernas a sus métodos, nosotros estamos tratando de replantear la definición de la palabra adolecencia o de convencer al mundo que puede haber método educativo sin indicadores.
En ese sentido, el invento número 48 del listado es bien interesante: The time eater clock. Se trata de una colaboración del genio Stephen Hawkins con el inventor John Taylor. Un reloj que refleja cómo un monstruo se come el tiempo. Una forma bastante gráfica de mostrar que cuando pierde el tiempo en esupideces, no lo recupera nunca.
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